jueves, 17 de abril de 2008

ESPIO A MI HERMANA MASTURBANDOSE

En mi casa paterna vivíamos, mi madre y cuatro hermanos, una mujer y tres hombres. Yo soy el mayor de todos y mi hermana 5 años menor, que por ese entonces ella tenía 18 años. Estando una vez en mi cuarto que colinda con un baño, observé un pequeño agujero por el cual entraba un rayo de luz, me asomé por él y vi la parte de abajo del baño. Se me hizo extraño que hubiera un agujero precisamente allí, no volví a pensar en eso, hasta que por la mañana sentí que mi hermana entraba en el baño.
Observo a mi hermana desde la habitación de al ladosxc.hu
martes, 17 de abril de 2007 - El confidente
Yo siempre había sentido mucho respeto por ella y nunca había tenido un mal pensamiento, sin embargo la idea de observar a través del agujero se apoderó de mí. En ese momento sentí un gran vacío en el estómago mi conciencia decía que no lo hiciera, pero mi deseo era mayor y así lo hice, miré justo en el momento en que mi hermana se quitaba sus braguitas dejando al descubierto un pubis negro con poca vellosidad. Al ver la rajita de mi hermana me excité mucho y comencé a masturbarme. Ella mientras tanto, se tomaba todo su tiempo explorando su cuerpo. Pude ver sus enormes tetas con grandes pezones, su hermoso trasero, me estaba dando un verdadero banquete con el de mi hermana, estaba invadido de deseo. Cuando ella se abrió su vagina y pude ver sus rosados labios menores ya no pude más y me masturbé hasta venirme y deseé penetrarla. Todo el día en mi oficina no hice más que pensar en mi hermana y tener con ella. Así pasaron varios días hasta que un día llegué temprano a casa y me llamó la atención ver la luz del baño encendida y que alguien se bañaba, pensé que era ella y me apresuré a entrar en mi cuarto para espiarla, pero encontré la puerta semiabierta y entonces entré con mucho sigilo. Me sorprendí encontrarla a ella mirando a través del orificio y masturbándose, me quedé largo rato observándola y deleitándome con el espectáculo

MI SECRE

Hola, soy un chico normal y corriente, mi nombre es lo de menos, solo escribo esta historia porque puede que un día de esto la publique en Internet.
Solo quería contar un caso muy particular que me paso con mi secretaria, el día de la comida de Navidad. Ella es una chica muy mona de unos 28 años de edad, y con unos ojos que cautivarían al mas pintado. Es una chica alegre, simpática y muy muy lista.
Bueno a lo que íbamos, solo quería contar lo que paso con el ella el día de la comida de Navidad. Como cada año en mi empresa organiza una comida, lo típico de tantas empresas, ella normalmente viene acompañada por una amiga o por su hermana, pero este año me comento que no se traería a nadie y que ademas, sé venia en autobús, pues no sabia si iba a beber mucho o poco y que por sí las moscas.
La cuestión es que nos fuimos todos a comer a una venta cercana de donde trabajamos, yo tuve unos pequeño problemas y llegue un poco tarde, como siempre. Pero la verdad es que este día la comida es lo de menos, lo que le gusta a todo el mundo es el jaleo que se monta después, y para eso estaba yo mas que disponible. Todo fue muy bien, todo el mundo bebía y se lo pasaba de muerte, mi secretaria ese día venia especial mente guapa, tanto es así que el pesado de mi encargado, no dejaba de insinuarse, y ella le seguía el juego, todo el mundo estaba pendiente, pero como teníamos dos copas de mas, nadie le dio la mayor importancia.
Estuvimos en varios bares de copas ya era un poco tarde y el ambiente se estaba caldeando por momento, mi secretaria bebía un combinado de ron con no sé que mas, y ya tenia unos cuantos dentro del cuerpo, yo estuve de aquí allá hasta que al final me puse a hablar con ella, la verdad que no le dirigí la palabra en casi todo el día. Ella empezó a preguntarme si yo la podría acercar a casa, porque el encargado se había ofrecido, pero tal y como estaba las cosas ella no se atrevía a irse con él, porque se esperaba lo peor, estuvimos un buen rato hablando de cosas sin importancia, y de repente no se como ni por que me vi contándole cosas que jamas y digo jamas, se la había contado a nadie, ya me entienden ese tipo de cosas que no se las debes de contar ni a tus mejores amigos, ella también empezó a contarme algún que otro lío que había tenido, fue algo muy curioso, por que la verdad es que estamos casi todo el día junto y nunca habíamos hablado de esos temas, la verdad es que en trabajo solíamos hablar mas bien poco.
Eran ya cerca de las 11 de la noche y alguna gente empezó a quitarse del medio, pero ella y yo seguíamos charla que te charla. A algún listo se le ocurrió de ir a comer algo, pero yo dije que pasaba que yo quería irme de marcha, con o sin compañía, pero que iba y además me iba de un momento a otro, ella me pidió por favor que no me fuese y la dejase allí sola, con aquella manada de lobos, le dije muy claro que si se quería venir con migo de marcha que todo loque teniaq ue hacer era subirse en el coche, y que todo el que se quisiera venir hiciera exactamente igual, la mayoría se fueron a comer, pero de nuevo sin saber como ni porque me vi solo con ella en mi coche, y ella insistió que se venia conmigo.
Puse mi coche en marcha y todo el mundo pensaba que no nos íbamos a ir, de echo nos hicieron un sitio en el restaurante con el abrigo de ella, pensando en que íbamos para allá, la verdad es que tuvimos que mentir para que nos dejaran marchar. Por el camino los teléfonos no dejaban de llamar, todo el mundo nos preguntaban dónde estabamos, tanto nos llamaron que el móvil de ella se quedo sin batería, ella cogió mi móvil y empezó a llamar a la otra secretaria, o al menos estaba haciendo el papel, por que me pidió que parase el coche por que le era imposible marcar en el teléfono entre el colocon y los baches de la carretera, detuve el coche en un escampado cerca de la carretera y una vez parado, le pregunte que si nos íbamos a cenar o de copas. Me contesto que como yo quisiera que hiciera lo que mas me apeteciera en ese momento, la cosa empezó a calentarse, ella se sentó de lado mirando hacia mí y yo la verdad no sabia exactamente como tenia que actuar.
Estuvimos un rato de nuevo con las tonterías típicas, hasta que ella se decidió y dio el primer paso. Me miro fijamente a los ojos y de dijo “Ven” yo me acerque a ella y empezamos a besarnos como dos adolescente cuando lo hacen por primera vez, fue como si los dos lo deseáramos desde hacia mucho tiempo, al principio pense que no era buena idea, pero os diré un secreto creo que es la chica que mejor besa de todo el mundo, al menos la mejor que yo he besado, y créanme Han sido mas de una. Todo empezó por un beso pero poco a poco se fue calentado la cosa, yo empece a tocarles su pierna y ella empezó a quitarme los botones de la camisa, dios cada vez que lo recuerdo se me pone la carne de gallina.
Cuando me di cuenta me tenia la camisa desabrochada y yo le tenia metida mi mano debajo de su falda, le toque su coño y note lo húmedo que lo tenia, ella bajo su mano y la puso sobre mi polla, ahora fui yo el que le dije que si nos pasábamos al sillón de atrás, y ella me contesto que si, allí fue donde se desmadro todos, empezamos a quitarnos la ropa mutuamente, yo estaba muy caliente y ella supongo que igual, le pedí que se quitara toda la ropa, le quite el sujetador y me encontré con las unas tetas impresionantes, empece a comérsela y ella se puso como loca, la tumbe boca arriba y le fui comiendo todo el cuerpo, empece a baja mi cabeza hasta su húmedo coño, me cogió y me apretó contra su sexo, estabamos a mil, ella gemía de placer y empece a follarla con mis dedos, me abrió las piernas para facilitarme el tema, se me puso la polla dura como una roca , creo que estuvo apunto de correrse, cuando se incorporo un poco me pidió que fuese yo el que me tumbase boca arriba y empezó a comerme la polla de una forma un poco violenta pero la verdad es que me volvió loco, ella se la tragaba hasta el final y yo temí de correrme si me seguía haciendo aquella mamada tan tremenda, me tumbe un poco y pude coger su coño, le metía el dedo y ella al igual que yo estaba cada vez mas cachonda, le puse el dedo sobre su culo pero me aparto la mano, no se si es que todavía no ha probado que le follen su hermoso culo, pero algún día se lo propondré, seguía comiéndome la polla cuando se tumbo y me pidió que la follara, le pregunte si tomaba algún anticonceptivo y me dijo que no, yo tampoco tenia condones, pero en ese momento no nos preocupo a ninguno de los dos, me puse sobre ella, cogió mi polla y se la metió en su coño, empece un mete y saca muy despacio, se retorcía de placer y me pedía cada vez mas, follabamos como dos animales ella gemía como una perra en celo y yo tenia la polla apunto de estallar, seguí mas deprisa hasta que no pude aguantar mas y me corrí encima de ella, joder hacia tiempo que no echaba un polvo tan bestia, nos limpiamos un poco y tuve que salir a mear, porque no aguantaba ni un segundo mas

ME COGI A MI SIRVIENTA

las Navidades del 63, me invitaron los Thompson a su casa. Tenia yo por aquel entonces doce años y era amigo de David, hijo único de los Thompson, que había estado en mi casa el último verano, en un intercambio. Era un chico muy agradable y simpático, pero excesivamente mimado.
Su casa era enorme y por su tamaño me pareció que los padres de David eran muy ricos. La primera noche desde mi llegada, cuando terminamos de cenar, la madre me dijo algo, pero como hablaba un inglés muy rápido, no le entendí ni papa y le contesté con una sonrisa. David me hizo una señal con la cabeza, nos levantábamos y subimos las escaleras hacia los dormitorios. Me acompaño hasta mi alcoba y me deseo buenas noches en la puerta.
El dormitorio era grandísimo. En medio de la habitación había una cama alta y grande, con mesilla de noche a ambos lados. A la izquierda había un ropero enorme, de ocho puertas, de madera oscura. Había una puerta blanca con cristales esmerilados, que suponía era el cuarto de baño.
Comencé a desnudarme, para ponerme el pijama. Me quité los pantalones y cuando lo estaba colgando en la silla, sentí unos golpes en la puerta y sin que diera tiempo a decir nada, entró una señora que no había visto hasta entonces. Era una mujer de unos cincuenta años, alta y gruesa, vestida con un traje negro y un delantal blanco. Llevaba el pelo recogido en una cola y andaba a pasos agigantados. Se veía enorme y con unos ojos azules brillantes y un semblante muy autoritario.
Sin decir palabra, se dirigió a la puerta blanca, la abrió y se metió dentro. Encendió la luz y al escuchar el ruido del agua al caer, supuse que había abierto el grifo de la bañera. Yo terminé de ponerme el pijama y me metí en la cama en un santiamén.
Al ratito, salió la misteriosa señora y sin mirarme, me cogió de un brazo y me sacó bruscamente de la cama. Comenzó a quitarme el pijama sin decir palabra. Estuve a punto de decirle que no hacia falta que me ayudara, que yo sabía desnudarme sólo; pero su estampa militar me intimidó, y me quedé callado. Después me quitó la camiseta y los calzoncillos y yo me iba a morir de vergüenza.
Cuando terminó de desnudarme, me cogió del brazo y me llevó al cuarto de baño. La bañera estaba totalmente llena de agua caliente y el vapor que desprendía había embadurnado todos los espejos. Después de comprobar con su mano la temperatura del agua, me cogió de nuevo del brazo, y casi empujándome, me metió en la bañera. Yo me quedé de pie, quieto como una estatua. No sabia que hacer. Ni siquiera me atrevía a mirarla. Ella, con la mayor naturalidad del mundo, cogió una esponja, le echó un poco de gel, y comenzó a enjabonarme el pecho. Me sentía ridículo, desnudo ante ella. Luego me dio la vuelta y durante un rato, me enjabonó la espalda y las piernas. Luego, me dio la vuelta y sin mediar palabra comenzó a lavarme los muslos por delante.
De pronto, con la mayor naturalidad, me la cogió con su mano izquierda, perdiéndose en su manaza, mientras me enjabonaba las entrepiernas y los huevos.Se veía que estaba muy acostumbrada a hacerlo y comprendí que el pobre de David sufriría a diario este tormento.
Pero mi pollita proletaria no estaba acostumbrada a tanta exquisitez y a pesar de la timidez y en contra de mi voluntad, empezó a hincharse poco a poco, como si de un globo se tratará.Ella, al notar como iba creciendo lo que tenía entremanos, sorprendida, se quedó paralizada un instante, como si de un bicho se tratara.
Quizás no comprendía como David, que tenia mi misma edad, seguía siendo un niño y yo que aparentaba quizás menos edad, ya era un hombre. Yo estaba avergonzado. No sabia lo que hacer.
Pero ella continuó como si nada hubiera pasado. Yo miraba al frente, sin atreverme a bajar la mirada, pero notaba, asustado, como mi polla iba creciendo y creciendo, entre la inmensa mano de la señora y sentía como el capullo se había salido de su mano. De pronto, la señora se arrodilló, y de un golpe, se la metió entera en su boca, y empezó a chuparla con sus grandes labios y su enorme boca, haciéndome una mamada impresionante, hasta que exploté y me corrí, como un desesperado, dentro de su boca.
Sin decir una palabra me enjuago y me puso un albornoz blanco. Yo no me atrevía a mirarla. Me fui al dormitorio detrás de ella como un corderito y me quedé de pie, a un lado de la cama, sin saber que hacer. Ella abrió la puerta central de ropero y empezó a buscar en los cajones, mi ropa interior. Estaba de espalda a mí y por primera vez me atreví a mirarla fijamente. Al agacharse para abrir el cajón inferior, se le subió por detrás un poco la falda, unos dedos por encima de las rodillas. Tenia unas piernas enormes, como de elefante, que mas bien parecian dos columnas jónicas. Y un culo enorme, de medio metro cuadrado que ocupaba toda la puerta del ropero. A pesar de mi corta edad, ya me habia follado varias veces a Jacinta, una señora cincuentona que venia a limpiar a casa los martes y jueves por la tarde. Me armé de valor y me acerqué a ella por detrás y la abracé por la cintura. Ella se quedó en la misma postura, agachada. Le levanté la falda y aparecieron unas enormes bragas acanaladas de color rosa. Empecé a besarle los muslos y a morderle el culo, encima de las bragas. Ella seguía quieta, agachada, en la misma posición. Empinándome de puntillas, intenté metérsela a través de las bragas, pero no atinaba. Ella sin moverse, me la cogió con una mano por debajo, se agachó un poco y echando a un lado las bragas, se la metió de un golpe; en aquel inmenso coño, que mas parecía el chocho de una vaca. Lanzó un pequeño suspiro cuando mi pollita entró, el primer sonido que le oía en toda la noche. Pienso que hacia años que no le entraba nada, y que estaba lleno de telarañas, pero a mí me pareció un coño de seda, suavito y grande, como engrasado de mermelada. Durante un rato me la estuve follando, y ella suspiraba y suspiraba, hasta que me corrí por segunda vez. Cuando terminé, ella se incorporó y se subió las bragas sin decir nada. Me cogió en brazos, me dio un fuerte beso en la mejilla y me metió en la cama. Y tal cual había venido se marchó.
Ya no volví a verla más.
Hasta ahora, no le había comentado a nadie lo sucedido. Pero muchas noches me he pajeado pensando en sus inmensas piernas y en su enorme culo blanco.

ME COGI A MI DOCTORA 2

No había bajado la erección de mi pene cuando retiré con el brazo todos los objetos de la mesa que cayeron al suelo haciendo un considerable alboroto. En ese instante apoyé su espalda contra la mesa y le tiré del pantalón del pijama hasta quitarlo por completo. Sus piernas me atraparon la cintura y me acercaron a su sexo cubierto por una bonita tanga blanca de algodón.
Cuando me agachaba para besar sus pechos, descubrí que la luz se había encendido en el cuarto de al lado, y la puerta estaba un poco más entreabierta. Ahora podía ver a la enfermera con claridad, tenía una mano metida dentro del pantalón y me miró con cara de deseo.
No esta mal tener público pensé, y le mantuve la mirada un par de segundos, pero me apetecía más lamer aquellos pechos morenos y dulces, redondos y duros. Dicho y echo, mi lengua recorrió aquellos pezones y los mordió quedando en mi boca el sabor que solo tiene el pecho de una mujer.
Baje hasta su estómago con la lengua, dejando un abundante rastro de saliva alrededor de sus pechos y escote y, mientras jugaba con la lengua en su ombligo, mis manos recorrieron la superficie resbaladiza de su piel mojada y acaricié cada punto de aquellas magníficas tetas y de aquel sugerente vientre.
Llegué con mi lengua al tanga y noté el vello bien cuidado debajo de él. Acerqué mi lengua a su sexo y moví la lengua sobre él, lo que hizo que ella suspirara y me acariciara el pelo. Entonces cogí el tanga y lo mordí, tirando de él hacia fuera, al principio no logré quitarlo, pero con una ligera ayuda de sus manos, lo retiré de sus piernas con la boca.
Allí estaba, de pié, con el tanga de mi doctora en la boca, con la erección de antes que aún no había cedido y con un sexo húmedo esperando. Antes de acercarme a él, me dirigí hacia la puerta y la abrí un poco más, Eva se inquietó al verme venir, y pude ver su cara de frustración al volverme hacia la mesa.
Desde esa posición ella lo veía todo, y nosotros la veíamos a ella. Y vimos como se desnudaba de cintura para arriba y acariciaba sus pechos.
Volví mi mirada hacia el sexo que yacía goteando flujo sobre la mesa y me arrodillé llevándolo a mi boca. Siempre he admirado el sabor que tiene, tan dulce y exquisito. Saboree su interior, recorriendo sus labios mayores y menores, y de vez en cuando, quitándome algún pequeño pelito de la lengua.
Recorrí su superficie, un labio y otro, e intenté meter mi lengua hasta el fondo de aquella dulce raja, mi lengua penetró aquel cuerpo mientras mis manos acariciaban su vientre y su culo. Mis oídos se deleitaron con sus gemidos y pude oír otro en la otra habitación. Miré hacia allí y vi como la enfermera tenía las bragas en los tobillos y se masturbaba con una mano.
Miré a los ojos de mi doctora y pensé que era hora de vengarme, arrodillado, hice que apoyara sus pies en mis hombros y que se abriera aún más de piernas. En ese momento recorrí su clítoris y bajé la lengua por el coño para llegar a su perineo y luego su ano. Ella gimió y se movió como queriendo zafarse de mi lengua pero yo sujeté firme sus piernas sobre mí y lamí toda la superficie de su culo.
Ella acariciaba mis cabellos y yo cogí una de sus manos y le chupé los dedos, con los dedos humedecidos, le introduje uno dentro de la vagina y con su mano en mi poder, acaricié su sexo a mi antojo, chupando sus dedos para recordar el sabor de su interior.
En el otro cuarto, un vibrador eléctrico sonaba entre las piernas de la enfermera. Me asombré de aquella profusión de aparatos en la consulta y decidí seguir con mi venganza.
Metí sus dedos en mi boca, casi toda la mano se mojó con mi saliva, sus dedos jugaron dentro de mi boca y mi lengua les correspondió a todos y cada uno de ellos. Entonces siguiendo con mi juego, cogí su mano y cuando ella encaminó su mano al sexo, yo se la agarré y bajé un poco más. Cogí su dedo índice y acaricié su ano, frotándolo contra su humedecida superficie, luego cogí su dedo corazón y por última vez lo alojé en mi boca, mojándolo, entonces lo dirigí hacia su ano y con un movimiento lo fui introduciendo.
Lo tenía casi dentro cuando lamí el dorso de su mano y la moví hacia dentro y hacia fuera. En ese momento ella se estaba penetrando. Mi mano pasó por debajo de la suya y mis dedos entraron en su vagina haciendo lo mismo, siguiendo el ritmo que ella imponía.
La luz iluminaba el otro cuarto y me permitió ver cómo la otra chica se metía el vibrador en la boca y lo mamaba y relamía con gusto, para a continuación introducírselo igualmente por el ano. ¡Nos estaba imitando¡.
En ese momento sentí como la mano de la médico intentaba retirarse y dirigí mi vista hacia su dedo viendo como salía de su ano, cuando huno salido por completo retiré mis dedos de su vagina y pasé sus flujos por mi glande.
Mi pene pedía guerra, no lo podía negar, todo mi cuerpo pedía guerra. Mis testículos dolían después de 20 minutos de empalme, pero mi pene seguía como el primer minuto.
Me incliné sobre ella y besé sus pechos y su boca. Y la dije.....
- ¿Estas preparada?.
Ella dijo... - ¡sí! Y un suspiro surgió de nuevo de su garganta.
Seguía con las piernas abiertas y mostrando su sexo dispuesto cuando me cogí el pene y, disfrutando de la hermosa vista de aquel coño tan rasuradito y limpio, lo acerqué a su entrada. Cogiendo el pene por la base, introduje el glande entre sus labios, en la entrada a la vagina; pero no lo introduje más. A continuación lo retiré y volví a ver desde arriba cómo mi pene entraba parcialmente dentro de ella.
Me gustaba ver como entraba y salía. Y a ella no parecía disgustarle, pues se movía como una posesa.
- ¡Fóllame! Me dijo.
Al oír su orden, de un golpe de cadera le introduje todo el pene en su interior y la mesa se movió de su base por el impacto. Sus pechos bailaron como flanes al recibir su cuerpo toda la rabia de mi impulso.
-Ahhhh- Un gran gemido se oyó en la consulta. Y a continuación oí otro en la otra habitación. Eva estaba teniendo un orgasmo, su consolador permanecía vibrando en su culo mientras sus dedos acariciando su yoni hicieron que se corriera. Se echó hacia atrás golpeando el armario, el vibrador se deslizó de su culo y cayó al suelo cuando sus músculos se relajaron tras la primera oleada de placer.
Otro movimiento de mi cadera hizo caer un cuaderno que aún seguía sobre la mesa, al mismo tiempo que producía otro gran gemido de ella. Dejé de hacer movimientos lentos y mi cadera comenzó a empujar haciendo que mi pene se moviera brusca y rápidamente en su interior.
Mi placer cada vez era más grande y mis riñones sufrían con el esfuerzo de mis embestidas y casi agotado sentí cómo ella hacía fuerza con sus piernas sobre mi cadera, sentí su respiración acelerarse y cómo algo en su interior se movía, estaba contrayendo sus músculos sobre mí, moviéndolos como un ascensor, pajeándome a la vez que me follaba. Y sentía ese movimiento cuando oí ese gemido tan especial que deberíamos tener en la memoria siempre.
Ese ruido llenó mis oídos, ese gemido, ese llanto que retumbó en las paredes, entró en mi y me hizo moverme como un poseso, hasta que tras un par de sacudidas no pude más, ella se apretó contra mí, me retuvo entre sus piernas y se quedó inmóvil presionándome sobre ella, sudando, jadeando. Sus piernas me apretaban con tanta fuerza que incluso me llegaron a hacer daño, y el orgasmo que me estaba llegando se perdió al cesar todo movimiento.
En el cuarto contiguo nuestra mirona se había tumbado y se estaba relamiendo, masturbándose de nuevo y observando cada uno de nuestros movimientos. Ahora era yo el que necesitaba el orgasmo, hice fuerza para desencajar las piernas que me rodeaban y retiré mi pene todo mojado por los flujos de aquella ardiente mujer. Mis manos cogieron mi polla y cuando comencé a moverla, unas manos me lo impidieron.
- Te quiero todo para mí - dijo.
Y me pidió que me tumbara sobre la camilla. ¡Otra vez pensé!. Pero esta vez me tumbó boca arriba y se puso a horcajadas sobre mí. Su pelo hacía cosquillas en mi cuello cuando se acercaba para besar mis labios, sus manos se apoyaron en mi pecho y sus dedos comenzaron a clavarse en mi piel mientras su cadera comenzó a moverse sobre mi sexo caliente.
Jamás me habían montado de esa manera, era un movimiento rítmico y constante, su cuerpo estaba comiéndose al mío, me estaba haciendo morir de placer, me estaba reventando la polla. Estaba follándome como una posesa y me estaba acercando al orgasmo.
Pero no era yo el único que llegaba al orgasmo, mi esmerada doctora moviéndose con exactitud sobre sus puntos más placenteros estaba a punto también, y seguía como una jinete echándome el polvo más bestial que haya practicado nunca.
Alguien llamó a la puerta, y el picaporte giró sin llegar a abrir la puerta mientras ella bailaba sobre mí. Esa interrupción retrasó unos segundos mi orgasmo, pero al ver que no se repetía la llamada, y que mi montura estaba gimiendo cada vez más deprisa, me incliné hacia detrás y rodeando su cuello con una mano, la atraje hacia mi cara y la besé. La lamí. La jadee al oído. Y cuando mi cuerpo parecía explotar la eché hacia detrás y la dije:
- ¡MÁS! ¡MÁS!
Ella me miró a la cara y lo vi en sus ojos, sus labios hicieron una mueca, se relamía con su lengua y la saliva fluía por su boca; mientras un hilo de saliva caía en mi pecho ella miró hacia el techo y me folló como nadie lo ha hecho nunca. Gritó y su orgasmo tomó mi linga e hizo explotar todo mi semen en su interior, mezclando mi leche caliente con su propia leche, mezclando su gemido con el mío. Y con el gemido de la enfermera que con nuestro orgasmo estaba alcanzando el suyo propio.
- AAAAAHHHHHHH – Los tres gritamos y jadeamos despues de habernos corrido al unísono.
Al inclinarme vi cómo Eva se acariciaba el sexo y dirigía su mano a la boca donde introdujo sus dedos y se relamió la mano, saboreando el sabor de su orgasmo, tras lo cual nos tiró un beso y cerró la puerta.
En la consulta reinó el silencio, ambos nos vestimos y recogimos todo tal y como estaba antes de entrar. Ella me besó y me dijo:
-Estas curado, puedes irte –
Yo le conteste:
-Gracias cariño, que pases una buena mañana –
-Va a ser imposible mejorar esto- Me dijo y me besó. -Hasta la noche-
Cuando salí por la puerta, la pareja de ancianos y dos mujeres que habían llegado después de que yo hubiera entrado, me miraron con sorpresa y en sus ojos pude adivinar que el ruido había sido excesivo para tan finas paredes.
La enfermera salió y reclamó en voz alta el nombre de la anciana. Antes de irme me dijo en voz baja:
- Adiós macizo, la próxima vez te pediré prestado a tu mujer -.
Y salí del hospital. Y llegué al trabajo. Y llegué a casa. Aún el sabor de su sexo permanecía en mi paladar.
Mi mujer estaba allí, haciendo la cena. Desnuda, tan solo con la bata del hospital.
Me acerqué a ella y le dije:
- Gracias doctora. Te quiero -

ME COGI A MI DOCTORA 1

Entré por la puerta principal, eran las 10 de la mañana y mientras accedía al edificio observé como dos vigilantes de seguridad comprobaban la documentación de un indigente, mientras en la recepción, los bedeles no paraban de atender a puñados de gente que venía a visitar a sus amigos y familiares convalecientes.
El edificio era familiar para mí, pues en alguna infausta ocasión ya había que tenido que visitarlo, conocía bien los pasillos que debía recorrer y los ascensores que comunicaban a las plantas con mayor rapidez. Aún así, he de reconocer que a veces me pierdo en los largos corredores de este hospital.
En estos casos lo mejor es seguir a las enfermeras que vistiendo sus pijamas de hospital recorren de un lado a otro el edificio. Al menos el camino se hace más corto, sobre todo si el pijama transparenta e intentas adivinar qué tipo de ropa interior está recubriendo su cuerpo.
Caminaba absorto con estos pensamientos cuando por el rabillo del ojo comencé a ver las señales de peligro por radioactividad, ya estaba cerca de mi destino, así que no tuve más remedio que decirle adiós a aquellas braguitas moradas que tan bien le sentaban a aquella enfermera y torcí a la derecha.
Cogí el ascensor hasta el primer piso y llegué a la consulta de respiratorio, en el rellano sentados estaba una pareja de ancianos cogidos de la mano y un adulto de unos 40 años. Había poca gente, mucho mejor para mí, pensé.
Pasé un ratillo mirando los carteles que exhortaban a dejar de fumar cuando el hombre salió de la consulta y la enfermera gritó mi nombre como si aquel local estuviese lleno hasta la bandera.
Cuando entré en la consulta, mi médico me dio los buenos días y me dijo que me sentara, me indicó una de las sillas situadas justo delante de su mesa y me pidió que le comentara mi dolencia. Ella era morena, tenía el pelo rizado que le llegaba hasta los hombros y unos hermosos ojos castaño oscuro; aquel día debía llevar lentillas pues otras veces la había visto con gafas.
Llevaba una bata blanca, como cualquier médico del hospital, pero me fijé en el colgante que llevaba puesto, apuntaba hacia un escote de pico delicioso que dejaba ver su piel morena y al fijarme en su pecho, me ruboricé al ver que tanto la médico como la enfermera me habían observado haciéndolo. Menuda pillada pensé.
Tras la breve explicación sobre lo que me ocurría, la doctora con voz áspera me ordenó que me quitara la camisa. Dicho lo cual me puse de pié y dejé la chaqueta del traje y la corbata en un perchero. Mientras me quitaba la camisa vi que la enfermera me miraba, me pareció que aquello no era interés profesional, su mirada ocultaba algo raro.
En ese momento estaba desnudo de cintura para arriba, la doctora se puso en pié y para mi sorpresa le dijo a Eva, que así se llamaba la enfermera, que se tomara ahora el descanso y que podía ir a por un par de cafés a la cafetería principal.
Cuando la puerta se hubo cerrado, me quedé helado al ver que la doctora se acercaba a ella y echaba el cerrojo. A continuación se dio la vuelta y me pidió que levantara los brazos, naturalmente le obedecí, se colocó detrás de mí y posó el fonendo sobre mi espalda, el frío del aparato se mezclo con el calor de las manos que lo apretaban contra mí.
- Diga 33 -
Y mientras obedecía sus órdenes noté como una mano recorría mi espalda, aquello definitivamente no era normal, lo supe con seguridad cuando noté su lengua recorriendo mi espalda y oí como dejaba el fonendo encima de la camilla, detrás de mí.
Los pantalones del traje dejaban ya entrever que aquello me estaba gustando.
- ¡Desnúdate¡ -
¿Quién puede negarse a las órdenes de una médico tan hermosa pensé yo?. Y me quité los zapatos y los pantalones, estando ya en calzoncillos noté sus manos recorrer mi espalda y llegar a mi cadera, sentí sus dedos meterse en mi ropa interior y tirar de ella hacia abajo dejándolos caer en el suelo.
Ella me estaba acariciando la espalda con la lengua y siguió haciéndolo con mis nalgas, y yo en todo momento no podía verla, la tenía a mis espaldas y tan solo notaba sus movimientos y sus caricias.
Mientras me acariciaba vi la bata de ella volar hacia su asiento y cuando intenté girarme para ver su cuerpo me lo impidió y me obligó a permanecer allí de pié, mientras ella se arrodillaba y me lamía las nalgas y bajaba hasta detrás de mis rodillas.
Oí un ruido en la habitación de al lado, pensé que la doctora sólo se había acordado de cerrar la puerta principal y temí que alguien pudiera entrar por aquella puerta. Había unas pequeñas ventanas que daban a ese cuarto y me tranquilicé ya que tan solo veía oscuridad y un par de armarios. Aquello parecía el cuarto dónde se cambiaba la enfermera.
Pero mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando ella me ordenó que me agachara y apoyara mis manos en la mesa. Obedecía sin rechistar y me estremecí al sentir su lengua subir por la pierna derecha, haciendo círculos hacia mi culo. Y solté un gemido cuando noté su lengua sobre mis testículos, los estaba lamiendo despacio, recorriéndolos por completo, y jugando con ellos, subió por el perineo hasta el ano, con sus manos separó mis nalgas y comenzó a pasar su lengua trazando círculos sobre mi ano, produciendo a mi pene una erección digna de recordar.
Mientras lo hacía sus manos me recorrieron las piernas y llegaron hasta mi sexo y lo comenzaron a mover, masturbándome con energía. Y mientras estaba chupando mi ano, sentí como algo se introdujo en él, al principio me sentí algo incómodo pero luego sus manos sobre mi sexo me hicieron recuperar la excitación inicial. La camisa del pijama blanco de la doctora voló cayendo en una esquina mientras sus hábiles manos me daban un placer extraño y nuevo.
De repente lo que fuera que me penetraba salió de mi interior (luego vería que era un consolador) y ella me giró, delante de mí estaba una morenaza desnuda a falta del pantalón del pijama de hospital, y pude ver dos hermosos pechos grandes y con una forma preciosa, con sus pezones erizados al máximo. ¿Cuándo se quitó el sujetador? ¿Lo llevaba? Yo me suelo fijar en esas cosas, pensaba cuando me invitó a tumbarme encima de la camilla. Puse el fonendo en la silla y me tumbé boca arriba.
Sentí sus besos en mi estómago y las cosquillas que producían sus pechos moviéndose encima de mi pene. Ella comenzó a moverse allí, haciendo que sus pechos me atraparan el pene y moviéndose arriba y abajo comenzó a masturbarme, aquello me gustaba pero duró poco pues enseguida siguió besando mi estómago hasta llegar a mi pene.
Lo cogió con una mano y se lo engulló entero, al comérmelo me dio una sacudida de placer y arquee mi espalda, y al mirar hacia la pared, descubrí que la puerta del cuarto de la enfermera estaba entreabierta y unos ojos nos miraban desde la oscuridad.
Era Eva, la enfermera, que de alguna manera había entrado por otra puerta hasta allí.
La lengua de la doctora recorría mi glande y mis ojos iban de esa lengua a la puerta y de la puerta a su boca. De repente, la mano de la doctora comenzó a moverse con rapidez y me hizo olvidarme de la puerta.
Estaba necesitando ya ese orgasmo, -no pares por favor- le dije y ella movió la cabeza sobre mi polla como asintiendo a mi petición, cambiando de ritmo la mano, su boca me engullía el pene mientras sus manos me pajeaban y me acariciaban los huevos.
Mis jadeos denotaban la presencia del orgasmo y ella me miró a los ojos, se retiró de mi pene y con la mano humedecida con su saliva me sacudió la linga con energía desde la base hasta el glande, y me miraba a los ojos cuando la primera oleada de semen cayó sobre su cara, momento en el que abrió la boca y me la volvió a comer con energía.
Mis gritos debieron oírse desde afuera, pues aquel orgasmo fue intenso, y ver cómo lamía el semen de sus labios me hizo excitarme aún más. Note el sabor de mi semen al besarla en la boca y entones decidí que ya era mi hora.
continuara .../..

MI MAESTRA

Yo me considero una persona con mucha pero mucha suerte con las mujeres tal es que hago el primer relato que es a cerca de mi primera vez: Iba en primero de secundaria y tenia una maestra de geografia buenisima! morena, ojos verdes, un culo excelente desde la priemra vez que la vi me encanto pero entre mi dije porbre de ti cabron va a ser un amor platonico, entonces me escogieron como jefe de grupo y con la suerte de que esta maestra seria nuestra asesora y lo cual pues significaba que pasaria mas tiempo con ella, no empezamos a caer bien y un dia nos tocaba la materia de educacion fisica y todos andabamos en el patio como debia ser en short, derepente veo que pasa la maestra y me dice que vaya al salon que necesita platicar conmigo, entonces le pedi permiso al maestro de educacion fisica y me dice que hay problema, entro al salon y me dice "acercate no muerdo" me empiezo a poner nervioso me baja el short y me la empieza a mama hasta que me vine en su boca fue una sensacion que solo de acordarme me vengo otra vez, bueno posteriormente se organizo una excursion a Oaxtepec Mexico y todo el tiempo desde el camion me decia la maestra "te tengo una solo que no te me despeques y veras" y efectivamente llegando al balneario nos separamos del grupo y nos en un cuarto donde se guardan las cosas y entonces me la empezo a mama con locura y despues se la meti y me empezo a enseñar varias poses me vine dentro de ella como tres veces y yo queria mas pero no se para no levantar sospecha, y asi fue durante los 3 años de la secundaria cada que se podia me la cogia

MI TIA

Era una mañana cálida. Mis padres se marchaban de vacaciones un par de semanas y yo me quedaba sólito en casa, nunca lo había hecho y la idea me gustaba.
Adiós que lo paséis bien, les dije a mis padres mientras se marchaban, ya estaba solo y empezaba a aburrirme, cogí un viejo albun de fotos y me puse a ojearlo, de repente...... allí estaba, era mi tía Janet, una mujer de 34 años, morena guapisima y con el mejor culo que yo me pudiera imaginar. Llevaba masturbándome pensando en ella desde muy pequeño y aquella ocasión no iba a ser diferente, me tuve que masturbar.
A las 12 del mediodía me decidí a ir al videoclub a por una peli. Esta no esta tampoco y de repente.....
Toniiiii¡¡¡¡ una voz familiar me llamaba.
Era mi tía Janet, se acercaba a mi moviendo sus caderas lentamente a un lado y al otro . La mire de arriba abajo, llevaba una minifalda y un top que dejaba ver la forma de sus tetas, pequeñas pero muy lindas.
Hola, ¿ que tal Toni? me pregunto ,
Muy bien ,le dije.
Y....... tus padre ya se fueron?
Claro, esta mañana . Aquella mujer me excitaba solo con su presencia.
Bien, pues déjame que yo coja la peli y.... esta tarde te bienes a mi casa y la vemos . Yo no me pude negar.
El reloj daba las 5 y yo estaba llegando a su casa. Me abrió la puerta lentamente, llevaba puesto un batin que le llegaba solo hasta la cadera y dejaba ver sus braguitas blancas y con encaje.
Nos sentamos en el sofá y me ofreció un martini. Después de charlar un rato y no sacarle el ojo de su cuerpo, cosa de la cual ella se daba cuenta, se levanto y puso esa peli que ella había cogido en el videoclub. Que sorpresa cuando en la pantalla aparecía un hombre penetrando a varias mujeres a la vez una por una , era una peli porno. Yo no dije nada, solo la mire y ella me respondió con una sonrisa. Poco a poco la excitación nos embriagaba. Mi tía se estaba metiendo la mano lentamente por sus braguitas comenzaba a gemir muy suavemente.Yo que estaba tan excitado que pensaba que iba a explotar la miraba de reojo mientras se masturbaba.
Cogió mi mano y la llevo hasta su coñito que note húmedo y caliente, me cogió el dedo y lo metía en su precioso coñito una y otra vez. Ya los dos bien calientes nos pusimos de pie y nos morreamos un buen rato acariciando nuestros cuerpos con mucho deseo. De repente me empujó contra el sofá se agacho y comezo a pasar la punta de su lengua de arriba abajo por mi polla, muy despacio sin prisa alguna ,a mi aquello me gustaba mucho pero yo quería comérmela toda así que la cogí y me decidí a comerle todo su coño hasta que gimiera y se retorciera de gusto.
Comencé lamiéndole todo su sexo, y luego su clítoris, ella estaba tan excitada que gemía tanto que me volvía loco. Me dijo que quería sentir mi polla dentro de ella y así fue: se la metí cada vez con mas ganas, pero a ella lo que le iba era que la penetrasen por detrás y me lo propuso . Se puso a cuatro patas en el sofá y.... allí estaba el culo con el cual me había masturbado tantas veces ,todo para mi. Chupe mi dedo y se lo pase por su culito mojando de saliva su orificio , eso parecía gustarle. Le metí mi polla y ella gritaba de placer , pude notar que tubo un par de orgasmos, y a mi no me quedaba mucho para correrme, pues montaba su culito mojado y calentito y eso me excitaba. Me dijo que quería que me corriera dentro de ella, pues quería notar mi leche en sus entrañas y así fue le di toda mi leche ,luego nos quedamos morreando un largo tiempo, tocándonos y acariciándonos y como pensando que aquello teníamos que haberlo hecho antes.
Yo estaba contento, pues sabia que me esperaban las dos mejores semanas de mi vida y además lo había conseguido, me había cargado ese culo tan deseado.
DCL